miércoles, 30 de octubre de 2013


IDENTIDAD LATINOAMERICANA. 
¿La Identidad, debería ser un problema que nos impida seguir pensando?
Por: Gustavo Van Humbeeck Benegas
Tal vez en los años 70´ la pregunta sobre la identidad hubiese sido pertinente, pero ya dentro de esa búsqueda de una identidad latinoamericana, nos hemos dado cuenta de que en realidad, este cuestionamiento particular no contribuye tanto al  avance de la filosofía LA.
Nuestra identidad a estas alturas tiene un carácter universal, es decir, estamos inscritos en un dialogo con Europa y, y la evidencia de esto es justamente la filosofía de la liberación, la cual en estricto sentido no es  filosofía latinoamericana, sino más bien es el aporte de L.A. al dialogo filosófico universal.
Existe una situación dentro del filosofar latinoamericano, y de ello ya  son bastante conscientes los filósofos de nuestro continente.
Así lo explicaba, Pedro Trigo, filósofo jesuita que ya en el año 1992 en el debate sobre la construcción de una Filosofía Latinoamericana, expresaba lo siguiente: La filosofía latinoamericana actual procede de la filosofía occidental. Este vínculo histórico-genérico determina una relación de filiación y pertenencia, a no ser que el filosofar se convierta de algún modo funcional, por la intención del filósofo, pero sobre todo por los resultados: la capacidad de pensarnos adecuadamente desde nosotros mismos[1].
Estamos de acuerdo, en que lo que hacemos es un pensar desde nuestra realidad, desde nuestro estilo el cual está marcado por la periferia. Es decir, estamos aportando a la filosofía universal desde nuestra categoría de oprimidos y que ello se fue dando en proceso de mestizaje. La identidad es sólo parte de una temática que es más que buscar la particularidad, debería preocuparse de aportar al pensamiento humano.
En sí, en el sentido estricto de la palabra identidad no podemos hablar de una definición propia de identidad en América latina, ni siquiera podríamos hablar de la definición de nuestra propia identidad, ya que sólo caeríamos en un conjunto de cualidades particulares que resultan imposibles de generalizar. Todas las culturas, y más aún, la europea,  son fruto de un mestizaje de mestizajes, y ello hace que sea difícil configurar o definir una identidad propia.
La identidad no es la pregunta que deberíamos hacernos actualmente, la pregunta real es ¿Qué podemos aportar a la humanidad como pensamiento?
Así, partiendo de la derivación genérica del occidente, se piensa que ya se ha alcanzado la mayoría de edad suficiente como para pensar por nuestra propia cuenta, esto se piensa a veces hegelianamente: se posee la filosofía occidental como propio del pasado, por lo tanto se puede prescindir de ella como referencia externa llegando así, a un dialogo hermanado entre la filosofía occidental y nuestro pensar de ese pensamiento desde Latino américa.
Pero, ¿están dadas las condiciones para un pensar propio?  Creemos que la filosofía en América latina ha alcanzado el training suficiente como para gestar una filosofía propia.
En este sentido, también Pedro Trigo explica lo siguiente: Desde esta “normalidad filosófica” cabe situar de modo diverso el acto de filosofar respecto de la filosofía occidental: Gran parte de los filósofos latinoamericanos se vieron como excéntricos respecto de su centro filosófico que (como el resto de sus ser) estaba en Occidente. De ahí el complejo de inferioridad y la preocupación absorbente e imposible, de ponerse al día. Desde esta situación el filósofo es un epígono, [es decir, aquel que sigue el estilo de una generación anterior], y su originalidad (nunca genuinidad) sólo puede consistir en exacerbar algunas tendencias del maestro de la escuela.[2]  Así, por sí sola se reafirma la línea asuntiva del pensar filosófico latinoamericano, entendida desde el reconocimiento de una filosofía propia desde nuestra realidad L.A. Este hecho, no debe hacernos caer en un complejo de inferioridad, ya que desde allí estamos aportando con una mirada particular. No debemos  caer en una alteridad que busca particularizarse e imponerse sino más bien una alteridad unificadora que vea al otro como un igual, no debemos pensar en nosotros mismos sino pensar el mundo desde nosotros. 






[1]ELLACURÌA IGNACIO, SCANNONE JC (Compiladores). Para una Filosofía desde América Latina.  Filosofía Latinoamericana Coordenadas, Ensayo escrito por Pedro Trigo sj Ed. 4ª. Santa fe de Bogotá.1992. p.102
[2] Ibídem. P. 103

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