IDENTIDAD LATINOAMERICANA.
¿La Identidad, debería ser un problema que nos impida seguir pensando?
Por: Gustavo Van Humbeeck Benegas
Tal
vez en los años 70´ la pregunta sobre la identidad hubiese sido pertinente,
pero ya dentro de esa búsqueda de una identidad latinoamericana, nos hemos dado
cuenta de que en realidad, este cuestionamiento particular no contribuye tanto
al avance de la filosofía LA.
Nuestra
identidad a estas alturas tiene un carácter universal, es decir, estamos inscritos en un dialogo con Europa y, y la evidencia de esto es justamente la
filosofía de la liberación, la cual en estricto sentido no es filosofía latinoamericana, sino más bien es el
aporte de L.A. al dialogo filosófico universal.
Existe
una situación dentro del filosofar latinoamericano, y de ello ya son bastante conscientes los filósofos de
nuestro continente.
Así
lo explicaba, Pedro Trigo, filósofo jesuita que ya en el año 1992 en el debate
sobre la construcción de una Filosofía Latinoamericana, expresaba lo siguiente:
La filosofía latinoamericana actual
procede de la filosofía occidental. Este vínculo histórico-genérico determina
una relación de filiación y pertenencia, a no ser que el filosofar se convierta
de algún modo funcional, por la intención del filósofo, pero sobre todo por los
resultados: la capacidad de pensarnos adecuadamente desde nosotros mismos[1].
Estamos
de acuerdo, en que lo que hacemos es un pensar desde nuestra realidad, desde
nuestro estilo el cual está marcado por la periferia. Es decir, estamos
aportando a la filosofía universal desde nuestra categoría de oprimidos y que
ello se fue dando en proceso de mestizaje. La identidad es sólo parte de una
temática que es más que buscar la particularidad, debería preocuparse de
aportar al pensamiento humano.
En
sí, en el sentido estricto de la palabra identidad no podemos hablar de una
definición propia de identidad en América latina, ni siquiera podríamos hablar
de la definición de nuestra propia identidad, ya que sólo caeríamos en un
conjunto de cualidades particulares que resultan imposibles de generalizar.
Todas las culturas, y más aún, la europea,
son fruto de un mestizaje de mestizajes, y ello hace que sea difícil configurar o
definir una identidad propia.
La
identidad no es la pregunta que deberíamos hacernos actualmente, la pregunta
real es ¿Qué podemos aportar a la humanidad como pensamiento?
Así,
partiendo de la derivación genérica del occidente, se piensa que ya se ha
alcanzado la mayoría de edad suficiente como para pensar por nuestra propia
cuenta, esto se piensa a veces hegelianamente: se posee la filosofía occidental
como propio del pasado, por lo tanto se puede prescindir de ella como
referencia externa llegando así, a un dialogo hermanado entre la filosofía
occidental y nuestro pensar de ese pensamiento desde Latino américa.
Pero,
¿están dadas las condiciones para un pensar propio? Creemos que la filosofía en América latina ha
alcanzado el training suficiente como
para gestar una filosofía propia.
En
este sentido, también Pedro Trigo explica lo siguiente: Desde esta “normalidad filosófica” cabe situar de modo diverso el acto
de filosofar respecto de la filosofía occidental: Gran parte de los filósofos
latinoamericanos se vieron como excéntricos respecto de su centro filosófico
que (como el resto de sus ser) estaba en Occidente. De ahí el complejo de
inferioridad y la preocupación absorbente e imposible, de ponerse al día. Desde
esta situación el filósofo es un epígono, [es decir, aquel que sigue el
estilo de una generación anterior], y su
originalidad (nunca genuinidad) sólo puede consistir en exacerbar algunas
tendencias del maestro de la escuela.[2]
Así, por sí sola se reafirma la
línea asuntiva del pensar filosófico latinoamericano, entendida desde el
reconocimiento de una filosofía propia desde nuestra realidad L.A. Este hecho,
no debe hacernos caer en un complejo de inferioridad, ya que desde allí estamos
aportando con una mirada particular. No debemos
caer en una alteridad que busca particularizarse e imponerse sino más
bien una alteridad unificadora que vea al otro como un igual, no debemos pensar
en nosotros mismos sino pensar el mundo desde nosotros.
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